Procrastinación: Comprenderla mejor para superarla
Tu día a día probablemente está lleno de tareas y responsabilidades, y frente a la presión constante y las múltiples exigencias, puede que te sientas tentada/o a posponer ciertas actividades. Este comportamiento, conocido como procrastinación, consiste en aplazar de forma innecesaria o irracional una tarea o una decisión, incluso sabiendo que eso puede perjudicarte.
Desafortunadamente, esta costumbre puede tener consecuencias negativas: aumenta el estrés, agota tu energía y puede generar sentimientos de culpa.
Si te reconoces en este patrón, no estás sola/o: la procrastinación es muy común, especialmente en entornos laborales y académicos, donde puede aumentar el riesgo de fracaso.
La procrastinación es un fenómeno complejo que involucra tu comportamiento, tus emociones y tus pensamientos. A menudo va acompañada de evitación y de creencias negativas o irracionales.
¿Cómo reducir esta costumbre y avanzar con tus tareas?
Aquí tienes algunas claves para intervenir eficazmente sobre la procrastinación:
Recupera el sentido de tus tareas y decisiones
Si estás procrastinando, puede que hayas perdido de vista la importancia o el sentido de lo que tienes que hacer.
Tómate un momento para reconectar con tus valores y dejar que ellos guíen tus acciones de forma más coherente.
Empieza por identificar las áreas de tu vida que más te preocupan (trabajo, salud, relaciones, ocio…) y reflexiona sobre los valores fundamentales que las sostienen.
Este ejercicio puede ayudarte a recuperar tu motivación interna y a hacer que incluso las tareas menos atractivas tengan un propósito.
Ser fiel a tus valores no siempre es cómodo, pero sí muy valioso.
Alinea tus acciones con tus valores
Comprometerte con acciones que estén en sintonía con tus valores es esencial para salir de la inercia y evitar las distracciones que, aunque gratificantes a corto plazo, te alejan de tus objetivos.
Pregúntate: ¿Lo que estoy haciendo ahora me acerca o me aleja de lo que realmente importa?
Incluso una actividad positiva puede convertirse en distracción si no responde a tus prioridades (por ejemplo, ordenar tu escritorio en lugar de terminar un informe urgente).
Estrategias prácticas:
- Haz una lista de prioridades, ordenando las tareas de más a menos urgentes
- Define objetivos concretos: qué, cuándo, dónde, con quién
- Elimina distracciones para mantenerte enfocada/o
- Recompénsate al cumplir etapas
Estas acciones te ayudarán a hacer que cada tarea sea más accesible y te permitirán avanzar hacia tus metas.
Mantente presente en el aquí y ahora
La atención plena es una herramienta poderosa para reducir la procrastinación.
Te permite observar tus pensamientos sin juzgarlos y reconectar con el momento presente.
Puedes practicarla mediante meditación, respiración consciente, yoga o incluso caminatas atentas.
Estos ejercicios favorecen la concentración y te ayudan a dejar de aplazar tareas innecesariamente.
4) Identifica los pensamientos que alimentan la procrastinación
¿Qué te dices cuando enfrentas una tarea que no te apetece hacer? Algunas ideas frecuentes que fomentan la procrastinación:
- Pretextos racionales: “Hay cosas más urgentes”, “No estoy de humor ahora”
- Distorsión temporal: subestimar o sobrestimar el tiempo necesario
- Falta de confianza: “No soy capaz de hacer esto”
- Exigencias elevadas: expectativas muy estrictas que aumentan el estrés y el miedo al fracaso
Toma conciencia del impacto negativo de estos pensamientos en tu productividad y bienestar. Recuerda que tus pensamientos no son verdades absolutas, y que puedes aprender a ponerles distancia.
Acoge tus emociones
Muchas veces procrastinamos para evitar emociones incómodas. Sin embargo, huir de ellas puede hacer que crezcan aún más. Aprender a aceptarlas te permitirá convertirlas en aliadas del cambio. Por ejemplo, un poco de estrés puede ayudarte a concentrarte, mientras que un exceso puede bloquearte.
Cambia la manera en que te hablas a ti misma/o
La procrastinación suele estar relacionada con el miedo al fracaso o con la necesidad de proteger tu autoimagen. Si eres muy exigente o dura/o contigo misma/o, es fácil caer en este patrón. En lugar de juzgarte, prueba a cultivar la autocompasión, hablándote con amabilidad y acompañándote con respeto en tu proceso.
Conclusión
La procrastinación puede parecer un obstáculo difícil de superar, pero no es una condena. Adoptando estrategias adecuadas —como reconectar con tus valores, acoger tus emociones y cambiar tu diálogo interno— puedes recuperar el control de tu tiempo y de tu motivación.
¿Te acompaño en este camino?
Si te sientes desbordada/o o te gustaría contar con acompañamiento para aplicar estas herramientas, no dudes en escribirme para comenzar este camino hacia una mente más tranquila.